Alumnos de la Escuela Secundaria de La Criolla participaron de una charla con la científica Constanza Ceruti

l_1526051483 La selfie –con alumnas de la Escuela Salto Grande de La Criolla- se tomó al final de la charla que ofreció la doctora María Constanza Ceruti, co-directora de la expedición arqueológica al volcán Llullaillaco (Salta) donde trabajó durante semanas a más de 6700 metros en la cima de la montaña que alberga, actualmente, el sitio arqueológico más elevado de todo el planeta.

Científica y popular

Ella, que tantos remotos sitios exploró, quedó en medio de un puñado de estudiantes del último año del secundario, en el Aula Magna de la Regional Concordia de la Universidad Tecnológica Nacional. Es una síntesis perfecta de su paso por Concordia, entre lunes y miércoles último. Científica y popular fue, aunque usualmente ambas palabras no vayan juntas.

La que muchas veces pasa desapercibida en su andar por cualquier calle argentina, es la misma que, por ejemplo, recibió la Medalla de Oro de la International Society of Woman Geographers, en California, Estados Unidos, en 2017; o el premio Príncipe de Asturias, en España durante 2006; o el Doctorado Honorario en Humanidades por el Moravian College de Pennsylvania, Estados Unidos, en 2014.

“Vos sos. Sí, vos sos la de la conferencia”, fue lo primero que le dijo una panadera del centro concordiense cuando, en la tarde del lunes, Constanza ingresó a comprar chipá. Calidez de ida y vuelta, dio y recibió lo mismo. Se le notó en sus gestos, como el que tuvo al aceptar la propuesta de dar una charla más a la prevista inicialmente en el marco de la XV Feria de las Carreras de Concordia.

“En el caso de los niños de Llullaillaco parece que su procedencia tiene que ver con el altiplano más que todo o con la sierra peruana pero evidentemente era muy exótico e importante que las ofrendas que venían de lugares más lejanos llegaban a otros confines. A veces se ofrendaban mujeres y niños en el mismo lugar y otras veces venían de lugares lejanos porque eran más exóticos”, reiteró en una breve charla con El Entre Ríos.

Lo dijo al término de la conferencia “La mujer y la montaña”, que ofreció también durante su visita a Entre Ríos. Tal es la experiencia de esta bonaerense, que su disertación no giró en torno a su mayor hallazgo: el de los niños momia en Llullaillaco, Salta, provincia donde está radicada y se desempeña como Investigadora del CONICET, directora (ad-honorem) del Instituto de Investigaciones de Alta Montaña de la Universidad Católica de Salta y Profesora Titular de la misma universidad, que ha creado la cátedra de “Montañas Sagradas Constanza Ceruti”.

Es que su vida es tan intensa, inquieta y profundamente marcada por el conocimiento de causa de cada pueblo, comunidad aborigen, montaña y su respectiva cima, volcán o casi cualquier recóndito lugar de la geografía universal. Más de 100 montañas escaló, exploró, contempló y aprendió. Ese mismo aprendizaje, luego, fue volcado en más de 20 libros, muchos de los cuales son referencias ineludibles para hablar de aspectos sagrados o místicos de altas montañas.

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Lo fascinante y tremendo de las montañas

Son lo que ella define como “el fascinan y el tremendum” que expuso así: “el mismo concepto de huaca, en el mundo andino, es receptáculo de lo sagrado y lo sagrado siempre es ambivalente”, recordó y profundizó diciendo que “es extremo poder, extrema majestad y hay un modelo que se utilizaba en los estudios de las religiones hace muchos años y decía el fascinan y el tremendum (Mysterium tremendum et fascinans). O sea, el aspecto fascinante y el aspecto tremendo. Las montañas claramente lo tienen pero combinados, en general”.

Explicó, a modo de ejemplo en una diálogo que también mantuvo con estudiantes del tercer año de la Tecnicatura Superior en Comunicación Social, que “un volcán puede entrar en erupción, o sea tiene un aspecto tremendo claramente, pero también tienen los glaciares que dan origen al agua y entonces tienen un aspecto de dador de vida. Esa cuestión está en casi todas las montañas”.

En el mundo andino, en tanto, mencionó que en las categorías ya españolas se usan el concepto de “cerro bravo”, el que traduce más lo del tremendum, lo del aspecto tremendo de la huaca. Hay ciertas montañas, en la Puna, que se las consideran “cerros bravos”.

Recurrió, también aquí, a otra ejemplificación: “el volcán Taal, donde la gente dice que te pueden capturar el alma. Eso tiene que ver con una enfermedad que existe y es el mal crónico de montaña que no es el mal agudo. La gente anciana que tiene ese problema, muchas veces, el curandero o la persona local le diagnostica que la marazón del cerro, o sea está marado por el cerro. Quiere decir que la montaña lo quiere tanto que se lo está queriendo quedar. La terapéutica es que esa persona tiene que alejarse”, enseñó.

Conferencia autobiográfica

En su conferencia, dictada en el Instituto de Profesorado “Concordia”, la arqueóloga y antropóloga argentina recorrió durante aproximadamente una hora y media su propia biografía desde lo experimental y documental. Mostró sus escaladas a cumbres latinoamericanas; norteamericanas; asiáticas, europeas y oceánicas. De Salta a Groenlandia, o de Hawai a Nepal, pasando por Nueva Zelanda o la centroamericana Costa Rica.

Causa admiración al punto de oírse un “guau, ahí también estuvo!!!” como una repetida exclamación de sorpresa, reconocimiento y respeto por su sacrificio y dedicación. A la búsqueda arqueológica en alta montaña le añadió, en un segundo tramo de su vivencia científica, lo antropológico: los pueblos y sus ritos, creencias, la coexistencia con la montaña y su uso.

“Respecto al uso de la montaña, como connota una gran antigüedad porque es un elemento viejo por excelencia, los Incas que eran una civilización relativamente joven (pensemos que estuvieron básicamente sólo 100 años dominando sobre todo el Norte argentino, donde fue mucho menos que eso inclusive desde 1480 a 1532 más o menos), necesitaban crear una imagen de mayor profundidad temporal”, explicó.

Por esa razón, argumentó que “el uso de las montañas sagradas, lo que planteé en mi tesis sin mucha profundidad pero lo dejé planteo, fue una manera de mostrarse más viejos de lo que eran en cuanto a civilización de imperio”.

“Como en algunas otras culturas en el neolítico se hacían los monumentos megalíticos con grandes piedras que connotan una gran antigüedad y había una construcción de lo antiguo a partir de la arquitectura. En este caso, es a partir del espacio de las montañas, a través de sus cumbres”, expuso.

Ofrendas

“Las grandes ceremonias, como podía ser un Inti Raymi o una Capacocha, no son las que continuaron después de los Incas si se quiere por el tema de la Conquista Española”, dijo y añadió que “los Incas permitían los cultos locales, pero claro ellos imponían por ejemplo el culto al sol. Entonces, se respetaban cultos como las huacas locales pero pasaban a tener un emblema de culto al sol encima”.

Sostuvo, entonces, que las ofrendas “se asocian con el culto al sol. En algunos casos, en las pirámides en la costa peruana aparece el Templo Incaico en la cumbre de la pirámide de adobe. O sea, el tema de la imposición siempre está”.

“En algún momento cuando hice mis primeros análisis, planteaba que las montañas sagradas para los pueblos locales pasaban a estar, obviamente, bajo la impronta Inca cuando se les hacían ofrendas a la cumbre”, recordó la doctora egresada de la Universidad Nacional de Cuyo. “O sea, el Inca ponía ofrendas típicamente incas en la cumbre como una manera de apropiarse de esa sacralidad preexistente ya de la montaña para la gente local”, sintetizó.

Las momias de Llullaillaco

Antes de la avanzada española sobre el territorio actualmente argentino, el noroeste había pasado a incorporarse a los Collasuyo, la región meridional del Tahuantinsuyo. “Eso ocurre más o menos en la época del inca Túpac Yupanqui, el hijo de Pachacútec, quien fuera el primer inca histórico”.

“Túpac Yupanqui, alrededor de 1480, avanzó o empezó a extender las fronteras del incanato hacia los pueblos del noroeste argentino que serían básicamente los pueblos de la Quebrada de Humauca que hablaban la lengua cacán. Todos ellos pasan a incorporar los diaguitas y los atacameños, en el norte de Chile que hablan el cunza o lengua atacameña. Todos ellos pasan a incorporarse al Collasuyo”, expresó.

En 1995 integró un equipo, junto al científico y explorador estadounidense Johan Reinhard, que encontró seis sacrificios humanos de más de quinientos años de antigüedad a más de 5.800 metros en el volcán Misti, próximo a la ciudad peruana de Arequipa.

4 años más tarde, en 1999 y en la cima del volcán Llullaillaco (ubicado a 6739 metros de altura) de Salta, fue protagonista de lo que actualmente constituye el sitio arqueológico más alto en todo el mundo. Descubrieron allí las tres momias mejor preservadas de la historia, acompañadas de decenas de objetos suntuarios de típico estilo incaico.

Junto a un equipo de la National Geographic y Johan Reinhard, Constanza Ceruti destinó aproximadamente seis años para estudiar científicamente los cuerpos momificados de los tres niños incas del Llullaillaco con la colaboración de expertos internacionales.

“Hace cinco siglos, como parte de sus prácticas orolátricas, los incas fueron los primeros en atreverse a escalar las cumbres más altas de la cordillera de los Andes. Se enfrentaron a los rigores extremos del entorno de alta montaña y vencieron la barrera psicológica de temor a las colosales cimas, que hasta entonces habían sido adoradas por los pueblos andinos desde prudente distancia”, escribió al respecto la doctora en su publicación de 2003 tituladas “Elegidos de los dioses: Identidad y estatus en las víctimas sacrificiales del volcán Lullaillaco”.

Ofrendas humanas y suntuarias fueron entregadas a las cumbres más sagradas en el marco de ceremonias como la Capacocha, elaborados mecanismos religiosos y políticos de control social que implicaban, en una primera instancia, la convergencia en la ciudad capital, el Cuzco, de víctimas sacrificiales y ofrendas procedentes de todo el imperio y, luego, la redistribución mediante desfiles y procesiones, explicó luego.

“Los niños del volcán Llullaillaco parecen haber sido enterrados simultáneamente, tras haber encontrado la muerte por exposición al frío en el marco de una misma ceremonia de Capacocha”, argumentó en la misma publicación que luego agregó: “No se han documentado indicadores de la intervención de técnicas sacrificiales tales como el traumatismo de cráneo o el estrangulamiento, que son mencionados con frecuencia en las fuentes históricas”.

Contó que, “según lo refieren las fuentes históricas, en la elección de las víctimas para la Capacocha, los sacerdotes incas tenían en cuenta requisitos físicos, tales como la edad de los niños, su virginidad, su belleza e inmaculada apariencia. Importaban, también, condiciones de origen tales como la extracción social y la procedencia étnica de los niños”.

“Los procedimientos de selección incluían la tributación anual de niños por parte de las comunidades locales; la selección y reclusión de jovencitas en calidad de acllas; y, excepcionalmente, la entrega de hijos de jefes locales en el marco de negociaciones con el poder imperial en avance”, reveló.

“La evidencia bioantropológica del Llullaillaco apoya la hipótesis de un consumo o consumo excesivo de alimentos por parte de las víctimas sacrificiales, regulado en el contexto ritual de la Capacocha, iniciado semanas antes del sacrificio y prolongado hasta pocas horas antes de la muerte ritual”, explicó finalmente sobre el particular.

Ceruti dejó el territorio entrerriano tras dos charlas en la Feria de Carreras que fue declarada de Interés Legislativo por la Cámara de Diputados de Entre Ríos, una conferencia con un auditorio rebalsado por más de 400 asistentes y la promesa de una pronta vuelta.

Fuente: El Entre Ríos.

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