A pesar de la reciente condena a fumigadores, lo siguen haciendo. Se trata de la Escuela Bartolito Mitre. El jueves, el director percibió un fuerte olor y encerró a los alumnos durante varios minutos. Ayer presentó la denuncia ante la Justicia. Esta es una escuela rural del departamento Gualeguaychú
Hace dos días que tuvimos este fallo histórico. Parece una burla”. El fallo en cuestión es el que dictó el Tribunal de Juicios y Apelaciones de Concepción del Uruguay y que condenó a un año y seis meses de prisión en suspenso a los tres imputados por fumigar en cercanías de un establecimiento escolar de Colonia Santa Anita.
Quien lo dijo fue Martín Márquez, a cargo de la Escuela Nº 66 Bartolito Mitre, del departamento Gualeguaychú, donde hace dos años la directora del establecimiento, Estela Lemes, debió ser internada tras sufrir una fumigación directa. Todavía sufre las consecuencias de aquel envenenamiento.
Márquez se presentó ayer en los Juzgados de Gualeguaychú y radicó una denuncia en la Fiscalía Nº 4.
El colegio es una de las denominadas Escuelas Nina, de doble escolaridad, a la que asisten un centenar de alumnos.
Mal olor. El jueves al mediodía, el portero de la escuela Bartolito Mitre se acercó hasta la Dirección, donde estaba Márquez, y le dijo que percibía un fuerte olor en el aire. “Deben estar fumigando cerca”, le advirtió. Márquez, aunque al principio no olió nada, al rato lo golpeó un fuerte vaho. “Se me secó la garganta”, contó en diálogo con EL DIARIO, el directivo.
Inmediatamente, ordenó que se encerrara a los niños en las aulas, o en el comedor a los que estaban almorzando, para evitar que tuvieran contacto con el producto químico.
“Duró algunos minutos, cinco o seis. Había un viento fuerte y eso fue lo que trajo el olor”, consideró.
Inmediatamente, el directivo escolar llamó a la Brigada de Abigeato de la Policía de Entre Ríos: “Me confirmaron que estaban fumigando en un campo cercano con un avión –dijo–. Que se habían hecho todos los trámites que exige la ley y que nos quedáramos tranquilos, porque estaba a dos kilómetros y el olor no nos iba a hacer nada”. Pero el docente no se quedó tranquilo.
“Vino la mamá de un alumno que vive cerca y estaba muy preocupada. Ella También había sentido el olor”, agregó.
Dos kilómetros. Antes de fumigar, los propietarios de los campos vecinos deben dar aviso con 48 horas de anticipación. Pero esa obligación afecta a los que se encuentran en un radio menor a los dos kilómetros.
Maestra envenenada
“Con todo lo que pasó en esta escuela, ante el menor indicio de que estén fumigando cerca nos desesperamos y tratamos de hacer algo”, explicó Martín Márquez.
Es que desde septiembre de 2012, la directora de la Escuela Nº 66 Bartolito Mitre, de Costa Uruguay Sur, Estela Lemes, convive con veneno en su cuerpo, producto de una fumigación ilegal. Con problemas neurológicos, insecticida y glifosato en su organismo, la docente permanece bajo observación y atención médica hasta el día de hoy.
Después de varios estudios, le informaron que tenía 1.8 de glifosato en el cuerpo.
El insecticida en la sangre –que se había descubierto antes de la aparición del estudio que determinó la presencia del glifosato– le afectó el sistema neurológico, por lo que se marea asiduamente y pierde el aire con frecuencia, y los músculos de brazos y piernas, que le duelen permanentemente.
“Nunca antes había estado tan expuesta al veneno. Ese día salí al patio, no sabía que iban a fumigar tan cerca de la escuela, y bueno, ahora tengo que lidiar con todo esto”, lamentó la docente.
“En este caso, consideraron que no tenían que avisar por la distancia. Pero como había mucho viento igualmente llegó a la escuela”, entendió.
Para Márquez, “lo mejor es que si van a fumigar que lo hagan los fines de semana. Ya lo hemos pedido muchas veces pero nunca hemos podido llegar a un acuerdo”.
Fallo histórico
El 3 de octubre, el Tribunal de Juicio y Apelaciones de Concepción del Uruguay condenó a un año y seis meses de prisión condicional, es decir, no efectiva, a Erminio Bernardo Rodríguez, presidente de la empresa fumigadora Villaguay Aero Litoral SA; José Mario Honecker, dueño del campo de arroz y maíz; y César Martín Visconti, el piloto que manejaba el avión fumigador. Los tres fueron considerados culpables de lesiones leves culposas y contaminación ambiental culposa por la fumigación que roció de agrotóxicos a la Escuela Número 44 República Argentina, en Colonia Santa Anita.
La denuncia había sido impulsada por la directora del establecimiento, Mariela Leiva, que es también referente de la campaña “Paren de Fumigar las Escuelas”. El 4 de diciembre de 2014 una avioneta que lanzó agrotóxicos sobre una plantación de arroz y maíz, en un campo ubicado a cincuenta metros de la escuela, en horario de clases, afectó a los alumnos y a la propia docente, que debieron recibir atención médica en el Hospital Reverendo Padre Betcher, de Santa Anita, por vómitos, náuseas, dolores estomacales, erupciones en la piel y mucosas.
El tribunal integrado por los jueces Fabián López Mora, Mariano Martínez y Mariela Emilce Rojas acogió el planteo efectuado por los fiscales Fernando Lombardi y Melisa Ríos y les impuso a los tres acusados la pena de un año y medio de prisión.
Fuente: El Diario